Esnobismo o Evasión en Ecuador

Existen algunas estadísticas respecto a la utilización de paraísos fiscales por residentes ecuatorianos. Las cifras llaman particularmente la atención.

En su opinión cuáles son las razones por las cuales en el Ecuador la inversión se canaliza a través de paraísos fiscales? Debería adoptar el gobierno medidas para contrarrestarlas? Es un fenómeno normal en un mercado globalizado? No justifica persecución alguna ya que las compañías señaladas pagan el impuesto a la renta que les corresponde?

Para el análisis pueden consultar el Imp. Renta Causado de estas compañías u otras compañías en la siguiente dirección: https://declaraciones.sri.gov.ec/consultas-renta-internet/inicio.jsf



Las firmas nacionales triangulan su capital

8/25/2005
Redacción Guayaquil

El 53,4 por ciento de la inversión extranjera, que a diciembre del 2004 superaba los 1 600 millones de dólares y que circula en empresas locales, viene de paraísos fiscales como Panamá, Islas Vírgenes, Islas Gran Caimán y Bahamas.

Según los reportes de la Superintendencia de Compañías (SC), más de 6 000 empresas agrícolas, industriales, comercio, de servicios, transporte y comunicaciones son también de propiedad de compañías con sede en esos países. Entre ellas están las firmas La Fabril, Exportadora Bananera Noboa, Hacienda Álamos, Pronaca, Reybanpac, Inmobiliaria del Sol (Mall del Sol) o la Cemento Nacional.

Por ejemplo, Pronaca, que maneja un capital de 120 millones de dólares, tiene entre sus principales accionistas a empresas de Panamá y Bahamas. También Mall del Sol, que acumula un capital de 28 millones de dólares, pero sus accionistas son de Islas Vírgenes y Bahamas.

Vladimiro Álvarez, asesor del Grupo Nobis que administra el Mall de Sol, reconoce que existen empresas con capital extranjero en el paquete accionario. “Se trata de empresas ‘off shore’. Es permitido que compañías constituidas en el exterior puedan adquirir acciones en compañías locales”, dice. Este Diario buscó la versión de los empresarios de La Fabril y la Corporación Noboa pero sus administradores estaban fuera del país o no pudieron atender las consultas sobre el tema.

La mayoría de empresas extranjeras fue constituida en otros países con capitales ecuatorianos aunque los empresarios no lo reconocen “por seguridad”. Álvarez evitó comentar si la empresaria Isabel Noboa, representante del Grupo Nobis, tiene acciones en las empresas extranjeras.

Otra firma que tiene como capitalista a una sociedad extranjera es la Hacienda Álamos que pertenece al empresario Álvaro Noboa. Sin embargo el principal accionista es Fruit Shippers Limited (Bahamas) con el 74,7 por ciento del paquete. Esta misma empresa también tiene acciones de Exportadora Bananera Noboa que domina el negocio bananero con más del 20 por ciento de la venta nacional.

Wilson Ruales, experto tributario, explica que se trata de capitales nacionales que van a Panamá, Bahamas y otros paraísos fiscales, donde forman compañías. “Son empresas de papel que aparecen como accionistas de las empresas ecuatorianas. Eso viene sucediendo desde hace muchos años cuando la inversión extranjera tenía menos impuestos que la nacional”, señala.

Ruales sostiene que no se trata de evitar el pago de impuestos sino de beneficiarse de exenciones tributarias en los países extranjeros. Pero se utilizan también para otorgar créditos a sus socios.

La tendencia de inyectar dinero extranjero en las empresas locales continúa. Entre enero y julio del 2005 la inversión extranjera sumó 82,5 millones de dólares, un capital que sirvió para aumentar el capital de varias empresas; en especial en el agro, industrias y comercio. La inversión nacional registró 640 millones de dólares en ese mismo período.

Alberto Dassum, presidente de la Cámara de Industrias de Guayaquil, señala que la inversión extranjera es mínima si se la compara con la nacional. “El sector requiere miles de millones para activos, maquinarias y repuestos. La inversión nacional es más grande”, insiste.

Para los expertos de la Superintendencia de Compañías, la creación de empresas ‘off shore’ permite proteger los capitales y da seguridad de los empresarios. Aunque Ruales sostiene que puede ser peligroso cuando la empresa nacional exporta productos a estos paraísos fiscales alterando el precio del bien. “Este es un mecanismos para eludir en el país el pago de Impuesto a la Renta”, señaló.

La mayoría de las inversión foránea se realiza en efectivo y el resto en bienes y equipos.

Punto de vista: Fabián Albuja, Superintendente de Compañías

La inversión extranjera que es controlada por la Superintendencia de Compañías es aquella que viene a ser parte del capital social de las empresas nacionales o el capital asignado de alguna firma extranjera. No nos referimos a la inversión real sino la que forma parte de la capitalización.

Ese aporte normalmente se hace de dos formas: en efectivo y en especie. Para ello se hace un trabajo previo de verificación de la existencia real , jurídica y económica del activo que se entrega como capital. Cuando los aportes se hacen en efectivo, los recursos deberán ser depositados en un banco nacional. Se cuenta con una declaración juramentada. En los controles también participan la Superintendencia de Bancos y la Contraloría General del Estado. También participa laFiscalía para verificar el origen de los fondos que van al capital.

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Los paraísos fiscales

Los denominado paraísos fiscales han sido muy cuestionados a nivel internacional ya que los Estados pierden millonarios recursos debido a su utilización por las personas y sociedades como instrumentos para dejar de pagar impuestos en el país de su residencia.

Además de que -junto con sus políticas de sigilo y control mínimo- son cómplices para favorecer el blanqueo de capitales de actividades ilícitas y para financiar el terrorismo, como se observó en los atentados a las Torres Gemelas.

Sin embaro, deberíamos preguntarnos si la situación sería distinta si se eliminaran los paraísos fiscales?; pero antes de eso existe el compromiso internacional para eliminarlos? Toda la actividad de estos países es perjudicial?

Una visión a tener en cuenta es la expresada por el profesor Daniel Mitchell al respecto que tiene un sugestivo título: "Los paraísos fiscales son una bendición" que cito a continuación.


Los paraísos fiscales son una bendición

por Daniel J. Mitchell

Dan Mitchell es académico titular del Cato Institute.

Si alguna vez Ian Fleming hubiera querido escribir una novela de espionaje acerca de la política fiscal, es muy probable que hubiera encontrado muy buen material en la compra de datos confidenciales de los clientes del banco de Liechtenstein, que recientemente hizo el servicio de inteligencia externa de Alemania. Con una lista de supuestos evasores de impuestos, Alemania se está uniendo a otros países de Europa en demandar que Liechtenstein, al igual que otros sitios llamados “paraísos fiscales”, pierdan su legislación privada para que los recaudadores extranjeros de impuestos puedan rastrear—e imponer impuestos—a los fondos invertidos en jurisdicciones a favor de bajos impuestos. La Unión Europea y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), detectando un momento oportuno, han unido sus voces en un coro que está clamando por la destrucción de los paraísos fiscales.

Cuando pensamos en paraísos fiscales, tendemos a imaginarnos a millonarios diletantes en sus lujosos yates cubiertos en joyas, jctándose acerca del último truco que sus contadores acaban de descubrir para evadir impuestos. Esta popular imagen—y el hecho de que solo unos cuantos de nosotros poseen cuentas millonarias en Mónaco o en Andorra—hace mas fácil para muchos aplaudir a la canciller alemana Ángela Mérkel en su cruzada. Según la lógica general, uno se pregunta: ¿Porque los millonarios pueden salirse con la suya mientras el resto de nosotros estamos pagando lo que debemos? Sin embargo, esta sabiduría convencional no podría estar más equivocada. Todos somos beneficiarios de los paraísos fiscales, en formas que ni nos percatamos.

Antes que nada, si uno vive en un país desarrollado, los impuestos son probablemente mucho menores de lo que eran hace 30 años, gracias en parte a los paraísos fiscales. En 1980 el ingreso fiscal personal en los países miembros de la OCDE promediaba más del 67% y las tasas corporativas en ese año promediaban casi un 50%. Y por si esto fuera poco, los países rutinariamente impusieron nuevas capas fiscales al capital, incluyendo impuestos sobre dividendos, sobre ingresos capitales, sobre herencia e impuestos a la riqueza. Estas políticas desalentaron al ahorro y la inversión, estancando el desarrollo económico y dañando considerablemente la economía.

Sin embargo, empezando por Reagan y Thatcher, los gobiernos se han esforzado por disminuir las tasas fiscales y reformar sus regimenes. Las tasas fiscales personales ahora promedian solamente cerca de un 40% y las tasas fiscales corporativas se han reducido a un 27%. Es en gran medida la globalización—no la ideología—lo que ha conducido esta virtuosa “carrera hacia abajo”. Los gobiernos están disminuyendo impuestos porque temen que los empleos y las inversiones se vayan de su país. Al proveer un refugio seguro para las personas que buscan evadir tasas fiscales confiscatorias, los paraísos fiscales han jugado un rol imprescindible. Los legisladores han concluido que es mejor recibir algún ingreso con tasas fiscales modestas, que imponer altos impuestos y perder dinero.

Segundo, los ducados europeos y las islas del Caribe no son los únicos lugares que reciben a los refugiados de altas tasas impositivas. EE.UU., por ejemplo, podría ser considerado el paraíso fiscal más importante del mundo. El gobierno estadounidense generalmente no cobra impuestos sobre ganancias de interés y capital recibidos por extranjeros que invierten en el país. Y considerando que el sistema tributario no posee datos sobre estos pagos, hay muy poca información para compartir con recaudadores fiscales extranjeros. Además las estructuras corporativas de EE.UU., como las compañías de Delaware y Nevada, son excelentes mecanismos para que los extranjeros puedan administrar sus inversiones. Gracias en parte a estas políticas atractivas, los extranjeros hoy en día han invertido más de $12 trillones en EE.UU. Aún si los esfuerzos de Mérkel son exitosos y a todas las naciones se les impone la obligación de reforzar las legislaciones fiscales para extranjeros, es muy probable que una suma sustancial de ese capital que crea empleos, escapará de EE.UU.

Finalmente, hay una justificación moral para los paraísos fiscales: Ellos juegan un rol crítico al proteger a las personas sujetas a persecuciones religiosas, étnicas, sexuales políticas o raciales. La mayoría de la población mundial vive en regimenes con inadecuadas protecciones a los derechos humanos. Y las personas con bienes, son usualmente el blanco de estos gobiernos opresores. La habilidad de depositar dinero en estos paraísos fiscales ofrece importantes protecciones para estas potenciales víctimas. Incluso las Naciones Unidas, en un reporte de 1998 que atacaba a los paraísos fiscales, tuvo que admitir que “A lo largo del siglo XX, los gobiernos alrededor del mundo espiaron a sus ciudadanos para mantener el control político. La libertad política puede depender de la habilidad de esconder información puramente personal, de los ojos del gobierno”.

A pesar de este poderoso argumento para dejar a los paraísos fiscales en paz, los burócratas internacionales han visto una oportunidad para expandir su cobertura. La OCDE está tratando de beneficiarse con la controversia del caso Liechtenstein rejuveneciendo su campaña de la “perjudicial competencia fiscal” contra “los incooperantes paraísos fiscales” que irónicamente son los mismos países que ayudaron a mejorar las políticas fiscales. Este esfuerzo, que ha estado en reposo desde que la administración del presidente George W. Bush le retiró apoyo en 2001, ha puesto a los paraísos fiscales en una lista negra y los ha amenazado con impuestos discriminatorios y restricciones comerciales si no aceptan adoptar un sistema de recaudación similar al de las naciones con altos impuestos.

Mientras tanto, la Comisión Europea establece que el embrollo muestra la necesidad de expandir la directiva de ahorros e impuestos de la UE, la cual consiste en un acuerdo de compartir información para ayudar a cobrarle impuestos a los ciudadanos de países como Francia y Alemania que ganan intereses fiscales en lugares como Luxemburgo. Por ahora, solamente se aplica a tipos de ingreso de capital en países europeos y sus territorios. Pero los ambiciosos recaudadores fiscales de Europa quieren intervenir en todas las formas de ingreso de capital, y quieren que los gobiernos no europeos como el de Singapur, Estados Unidos y Hong Kong, participen en lo que equivale a un cartel fiscal.

Afortunadamente, las propuestas de OCDE y de la UE enfrentan un gran reto. La OCDE fue capaz conseguir que los paraísos fiscales ubicados en la lista negra firmaran las llamadas cartas de compromiso. En esta prometen debilitar sus leyes fiscales y de privacidad, con la condición de reciprocidad, lo que significa que los paraísos fiscales acceden a esto solamente si el resto de países también lo hacen, incluyendo a los miembros de la OCDE como EE.UU., Suiza, Luxemburgo, y también países no miembros como Hong Kong y Singapur. La directiva de ahorros e impuestos de la UE enfrenta obstáculos similares, en gran parte por las mimas razones.

Estas son buenas noticias. La competencia fiscal está llevando a las políticas fiscales en la dirección correcta y los paraísos fiscales juegan un papel clave en este proceso de liberalización. Los países con sistemas de altos impuestos se quejan de que las jurisdicciones como la de Liechtenstein permitan la evasión fiscal, pero este argumento no toma en cuenta el punto obvio: las bajas tasas fiscales y las reformas tributarias son la mejor forma de reducir la evasión. La verdad es que aquellos luchando en contra de los paraísos fiscales nos costarían mucho mas a todos nosotros, de lo que nos podría costar alguna vez pequeño Liechtenstein.